Ingrid
Revilla Madrid
Sección de Sociología Jurídica
Instituto de Filosofía del Derecho “Dr. José Manuel Delgado Ocando”
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas.
Universidad del Zulia.
RESUMEN
El presente trabajo aborda el problema de la
crisis de valores que vive la sociedad contemporánea y los medios a través de
los cuales la educación formal cumple su misión de formar integralmente al individuo,
considerando además de la enseñanza de las diferentes áreas del saber, la
educación en los valores o cualidades del ser, como mecanismos que facilitan su
inclusión y permanencia armónica en
distintos grupos sociales. De esta manera se analiza el modelo educativo
positivista o tradicional con las nefastas consecuencias que genera en el
aprendizaje y desarrollo de valores humanos, contraponiéndolo al modelo constructivista que conduce a una mayor libertad en el
proceso educativo, pues permite la participación del educando en el proceso de
enseñanza aprendizaje. Asimismo, se examina la normativa legal que regula la
educación en valores en Venezuela tanto en la educación básica y diversificada
como en la educación universitaria.
Palabras clave: Educación,
valores, proceso de enseñanza-aprendizaje, modelo constructivista.
Introducción.
Hoy
resulta un lugar común afirmar que actualmente se han perdido los
valores que caracterizaban la acción del ser humano, los cuales cumplían la
finalidad de facilitarle una convivencia pacífica y armónica en sociedad. Al
meditar sobre esta expresión se evidencia que en la realidad se constata que
las respuestas aportadas por los individuos a los acontecimientos o situaciones
experimentadas, no son las esperadas por otros congéneres.
El desarrollo experimentado por los medios de
comunicación y los sistemas de información en general, nos muestran infinidad
de ejemplos de lo arriba señalado, de este modo es posible conocer hechos ocurridos cerca o distantes de nuestro
entorno, pero que aun así se vivencian como propios por el acortamiento de las
distancias geográficas y comunicacionales. Por ello sabemos de eventos
sucedidos en distintos lugares del mundo, que involucran adoptar decisiones y ejecutar acciones contrarias a
los valores fundamentales del ser humano, tales como la preservación de la
vida, la libertad, la justicia, la solidaridad, el bien común, entre otros.
Asimismo, informes presentados por instituciones y organismos encargados de
abordar estos temas, destacan la crisis de valores que se vive a nivel mundial.
Sin embargo, no puede decirse que esta época
es mejor o peor a épocas pasadas, pues lo único real es que el momento actual
constituye el tiempo que nos corresponde vivir y sobre el cual podemos incidir
con nuestras ideas, decisiones y acciones. Y si bien es cierto que percibimos
que en su libertad las personas están optando por el mal, en lugar de elegir el
bien, lo que corresponde es analizar las causas de esta situación y tratar de
encontrar los medios adecuados para aportar soluciones a la crisis de valores
que experimenta la humanidad.
Cabría preguntarse, ¿Vivenciamos y aprendimos
valores en nuestra formación y crecimiento como personas?, ¿olvidamos los
valores aprendidos?, ¿o quizá decidimos desechar los valores por resultar inconvenientes
en el momento actual?
Si la respuesta a alguna de las preguntas es
afirmativa, la educación en valores es el camino para aprender lo no aprendido,
para recordar lo olvidado y para
recuperar lo desechado. Lo anterior no significa que se divida la
educación en un área cognitiva y en otra axiológica, pues lo propio es vincular
los dos elementos en la formación del ser, ya que desdeñar los valores conduce
a la degradación del hombre y a anular lo
que debe ser una educación integral.
El objetivo de estas consideraciones es reflexionar sobre la
crisis de los valores humanos y como la educación puede constituirse en un
proyecto para la superación del hombre, no solamente en los aspectos
intelectuales y técnicos sino también en los morales.
1.-
Los Fundamentos Filosóficos de la Educación y su vinculación con los Valores.
La
diversidad de posturas filosóficas y la pluralidad de ideologías que coexisten
en el mundo, factor importante de discusión académica y antesala para la
creación de una definición de educación adaptada a la vida actual, peligra en
el momento en el cual en las
Universidades se trata de formular un planteamiento en particular, generando
actitudes y reacciones tan diversas, que en algunos casos se corre el riesgo de
pasar largos años de interminables discusiones, sin lograr la deseada
concertación sobre la concepción de una educación que le permita al individuo
su realización integral y una mejor calidad de vida.
Partiendo
de una visión global, es necesario remontarse
a los paradigmas filosóficos que
han orientado el proceso educativo, dentro de los cuales se distingue el modelo positivista con una visión objetiva
de la realidad que concibe al ser humano como un objeto de la educación. Es por
ello que el paradigma positivista considera como finalidad primordial de la
educación formal el logro de una mayor productividad mediante el dominio de la
técnica, lo que sólo se alcanza formando al hombre para el desarrollo económico.
Según
Federico Villalba (1997), el modelo positivista se caracteriza por los
siguientes aspectos: Con relación a la percepción del objeto, se describe éste
como un hecho irrefutable, como un hecho en sí mismo, reducido al dato,
separado del sujeto que lo estudia y someramente relacionado con otros
hechos; en cuanto al método científico,
el mismo no presenta alteración, de tal modo que siempre sigue los pasos
establecidos, esto es, la recopilación de datos, el ordenamiento y el posterior
análisis de los mismos, por lo cual todo aquello que no cumpla con tales
postulados no tiene rango de conocimiento; finalmente, como una consecuencia de
lo anterior la enseñanza debe seguir las mismas directrices, lo que se traduce
en diseños, planes, programas, cursos y manuales, entre otros.
Este
modelo filosófico que ha servido de guía al proceso educativo venezolano durante
los últimos cuarenta años, ciertamente ha limitado el desarrollo del
pensamiento de los educandos, pues la función del educador se restringe a la
transmisión de una serie de conocimientos previamente seleccionados,
considerados inmutables, los cuales deben ser recibidos o captados por los
alumnos para ser reproducidos
en situaciones futuras. Como
expresa Palacios (1997) “educar,
por tanto, es para ellos elegir y proponer modelos a los alumnos con claridad y
perfección. El alumno debe someterse a estos modelos, imitarlos, sujetarse a
ellos...”
Dentro
de los efectos que produce esta concepción de la educación encontramos la separación
de la escuela del mundo real y cotidiano, la no valoración de ideas renovadoras
(ya que todo está definido y resuelto en los manuales), la dificultad en
relacionar acontecimientos o situaciones para obtener nuevos conocimientos, la
tendencia a limitar la autonomía
personal y la libertad de pensamiento.
Ahora
bien, a pesar de las restricciones descritas en el modelo positivista de la
educación, el mismo sirvió de sustento a una cultura educativa en un período
histórico determinado y aun hoy continúa rigiendo los sistemas educativos de
naciones rezagadas en cuanto a la evolución y el desarrollo pedagógico. Sirvió
a una época determinada orientando el proceso de enseñanza aprendizaje, pues el
educador no puede cumplir su misión sin tener como norte los fines de la
educación, dando respuesta a los logros
que se pretenden alcanzar en función de las necesidades del hombre y de la
sociedad.
En
conclusión, el modelo positivista se centra en el campo de lo cognoscitivo, en
la instrucción, dejando a un lado lo relativo a los valores que deben ser fomentados
y desarrollados en los alumnos.
En
el momento actual, en el cual la humanidad ha descubierto lo ilimitado del pensamiento,
la capacidad del ser humano para crear, y la facilidad para comunicarse aunque
se esté separado geográficamente por grandes distancias, no podía permanecer
incólume la concepción educativa llamada tradicional, se hacía necesaria su
transformación pues el hombre mismo ha evolucionado a pasos agigantados. Este
nuevo orden requiere una correspondencia entre el pensamiento y la acción y
esto es posible lograrlo, a través de una formación profesional donde el
discernimiento intelectual vaya más allá de la simple expectativa, donde se
logren concatenar las ideas del saber, para comprenderlas, internalizarlas,
relacionarlas y adaptarlas, para así aprovechar todo ese bagaje de conocimientos
que son el eje central de un modo de educar pertinente.
La
acción docente necesita estar vinculada con la finalidad de la educación, en
correspondencia con el producto que se quiere obtener, al establecer un modelo
que conlleve al perfil del docente deseado, reflejando lo óptimo del ser humano
y acorde con las necesidades de la sociedad. A la par es necesario poseer una
base filosófica, amplia y bien estructurada, que le permita al docente
conformar su propia ideología, basándose la adquisición de estos fundamentos
filosóficos en una formación académica
pertinente.
Pues
bien, en esa búsqueda de enlace entre el ser persona, la problemática social y
la educación como un proceso de crecimiento intelectual y humano, surge la
teoría o el modelo constructivista, el cual plantea una dinámica pedagógica
diferente a la tradicional, ya que el educando construye el conocimiento a
partir de realidades y experiencias conocidas, cumpliendo la enseñanza la
finalidad de guiar y orientar dicho
proceso de construcción.
Bajo
este modelo el docente debe incentivar en el alumno la expresión de nuevas realidades,
la libertad de creación del pensamiento en distintas áreas del saber, tomando
en consideración el proceso cultural precedente y no encasillarlo en sistemas
estáticos que impidan o coarten el desarrollo del sujeto con las consecuencias
de estancamiento y peor aún de degradación del ser, porque “ La realidad de la historia de la humanidad
es que las actitudes conservadoras y las actitudes iconoclastas han desembocado
en el fracaso. Las culturas pujantes son aquellas en las cuales la permanencia
de la cultura ha constituido un acicate para la creatividad” (Peñaloza, 1995).
El
constructivismo representa un cambio a favor de la educación, por cuanto los
educandos no resultan aislados de su ambiente y su realidad, sino que por el
contrario en la búsqueda de una educación integral, se le da relevancia a la
humanización de la educación, atendiendo al individuo en los aspectos
biológico, psicológico, afectivo y social. En razón de lo anterior, la escuela
está llamada a establecer vínculos con la familia y demás actores sociales,
pues todos se constituyen en agentes socializadores que aportan conocimientos,
experiencias y realidades que servirán al educando en su proceso de
construcción del aprendizaje.
En
este contexto, los valores cobran importancia, ya que no se trata de
“informar”, sino de formar al hombre
como ser pleno, con conocimiento de la realidad y de su realidad, con capacidad
de autodeterminación en la toma de decisiones, fundamentada esta independencia
en valores éticos a través de los cuales se elijan opciones, considerando tanto
el bienestar individual como el bienestar de los otros. Por ello la enseñanza
de los valores inmersa dentro de la educación integral “...propone dos aspectos
metodológicos fundamentales: una formación crítica de alumnos e hijos para
enfrentar a las propuestas de sentido de la vida que se insinúan principalmente
por medios de comunicación masiva, y el ejemplo comunitario.” (Rugarcía, 1999).
Es así como se observa una interacción o vínculo entre la filosofía y la
educación, unidas permiten perfeccionar y mejorar la enseñanza.
A
partir de esta premisa, es menester complementar la formación docente con
cuatro principios fundamentales en los cuales están inmersos los siguientes
aspectos: "aprender a ser"; "aprender a aprender";
"aprender a convivir" y "aprender a educar".
"Aprender
a ser" exige la integración del pensamiento autónomo, armónico y ético en
cuanto a sus características más resaltantes. El "aprender a
aprender" mediante la adquisición de habilidades metacognitivas que le
permitan al docente desandar sus errores mediante la autocrítica, siendo parte
de este aprendizaje la investigación desde la práctica y la reflexión.
"Aprender a convivir" es parte de la tarea docente, pues al
interactuar con su entorno logra no sólo la integración de los elementos
educativos, sino las metas escolares que se trace a efecto de alcanzar una
mejor calidad de vida de los individuos inmersos en el hecho educativo.
Finalmente, "aprender a educar", mediante el conocimiento actualizado
de las disciplinas auxiliares, y los enfoques educativos e interdisciplinarios
pertinentes para el tratamiento integral del fenómeno de la educación.
El
individuo cada día necesita ser educado, formado e instruido de una manera
holística, de modo que pueda recibir, explorar, experimentar y transmitir
nuevos conocimientos significativos, donde exprese la importancia del ser en
calidad de persona hacia su desarrollo biosicosocial y cognitivo, bases
fundamentales para la vida, esto sería el reflejo de una enseñanza proactiva y
dinámica, sustentada por la adquisición de un conocimiento que permita ir de la
reflexión a la acción.
El
pensamiento filosófico sustenta la práctica educativa, de esta forma, pasa a
ser parte de la misma, permitiendo orientar la enseñanza con el fin de forjar
un individuo y una sociedad digna y coherente con la realidad actual de un
mundo globalizado.
2.- Fundamentación Jurídica de la Educación
en Valores.
Todo
sistema educativo está sustentado en un
ordenamiento jurídico que a la par de expresar los fundamentos filosóficos que
lo orientan, posibilita llevar a cabo los programas, proyectos, objetivos, y
estrategias propuestas para alcanzar los fines deseados. En Venezuela los
lineamientos del sistema y del proceso educativo están expresados en las
disposiciones legales contenidas en la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, en la Ley Orgánica de Educación, y en la Ley de Universidades.
2.1.- Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela.
La
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en los Artículos 98 al
111, trata lo relativo a los derechos culturales y educativos.
En
el Artículo 99, se consagra que “los valores de la cultura constituyen un bien
irrenunciable del pueblo venezolano y un derecho fundamental que el Estado
fomentará y garantizará...” Aunque el
citado artículo no se refiere
directamente a la educación, sin embargo está vinculado con ella, por cuanto el
hombre es un ser al cual la cultura le es consustancial, pues en su evolución a
lo largo de millones de años ha creado ideas, pensamientos, lenguajes, objetos,
arte, moral, etc., y estas creaciones no han surgido de cero sino sobre la base
de creaciones culturales precedentes, las cuales son modificadas, renovadas o
cambiadas. Es precisamente en el proceso de transmisión cultural donde interviene
la educación, pues ella es un medio de transferencia de la cultura, entendiendo
por educación tanto aquella que se realiza de una manera formal en las aulas,
como la que se recibe del entorno.
El
artículo 102, expresa que la educación es un derecho humano y un deber social,
y señala sus características: democrática, gratuita, obligatoria, instrumento
de conocimiento científico, humanístico y tecnológico, servicio público.
Además,
el indicado artículo establece los valores en los cuales está fundamentada la
educación, en los siguientes términos:
...está
fundamentada en el respeto a todas las
corrientes del pensamiento, con la finalidad de desarrollar el potencial
creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad en una
sociedad democrática basada en la valoración ética del trabajo y en la
participación activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación
social, consustanciados con los valores de la identidad nacional y con una
visión latinoamericana y universal. El Estado con la participación de las
familias y la sociedad, promoverá el proceso de educación ciudadana, de acuerdo
con los principios contenidos en esta Constitución y en la ley.
Puede
decirse que esta norma se erige en el
fundamento constitucional de la educación en
valores en Venezuela, pues contiene una declaración axiológica innegable
cuando destaca el respeto a las corrientes del pensamiento, ya que ese respeto
sólo puede traducirse en libertad de
pensamiento y aceptación de las ideas
del otro. Igualmente enfatiza el valor
de la participación en los procesos sociales, lo que lleva implícito la solidaridad, la cooperación, la
responsabilidad, el servicio, y el bien común, entre otros valores, promoviendo
a la vez la concertación de una visión nacional, latinoamericana y universal
del quehacer del hombre, con lo cual se dejan a un lado posiciones
individualistas y por tanto egoístas, en la solución de los retos y problemas
presentes en el mundo actual.
El
artículo 103 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela manifiesta el derecho que toda persona tiene
a una educación integral de calidad, con lo cual se consideran las modernas corrientes
aplicadas a los procesos educativos, según las cuales la enseñanza no sólo
consiste en la orientación para la construcción
de conocimientos en determinadas áreas del saber, sino que además
involucra todos los aspectos que integran al ser humano, lo físico o biológico,
lo intelectual, lo afectivo, lo axiológico.
El
artículo 107 ejusdem, dispone que “La educación ambiental es obligatoria en los
niveles y modalidades del sistema educativo, así como también en la educación
ciudadana no formal...” , con lo cual se manifiesta el valor conservación tanto
en la educación formal como en la no formal. Con la educación ambiental se
aspira que el individuo reflexione y tome conciencia del respeto con el que debe utilizar y
servirse de los recursos naturales, para evitar el desequilibrio ambiental y
los daños ecológicos que en definitiva pueden conducir a la destrucción del
medio ambiente y por ende a la destrucción de la humanidad.
Finalmente,
en la Constitución se establece que “La educación estará a cargo de personas de
reconocida moralidad y de comprobada idoneidad académica...”. Con esta norma se
complementan los principios constitucionales que informan el sistema educativo
venezolano, por cuanto se destacan las cualidades que deben poseer los sujetos
a los cuales se les encomienda la labor educativa.
Ahora
bien, uno de los puntos álgidos de la educación es la forma de transmitir el saber
y cómo lograr este proceso con eficacia, lo cual parte de la exigencia de la
formación del profesorado, que debe incluir una experiencia real de la acción
pedagógica, sustentada por la reflexión teórica, para que el docente se forme
para formar con características bien definidas, con capacidad de ser un
comunicador de los procesos educativos, facilitador de los aprendizajes,
constructor de técnicas e instrumentos evaluativos del proceso educativo,
orientador educacional, administrador y gestor de estos procesos y sobre todo,
sensibilizador de los elementos inmersos en la educación.
Por
otro lado, desde el punto de vista de la axiología, su enseñanza conlleva a
ubicar y a hacer partícipe a los educandos en situaciones reales donde deban
elegir y actuar conforme a determinados valores, pero además resulta de vital
importancia el ejemplo que el docente manifieste de estar consustanciado con lo
que pretende enseñar, así por ejemplo, de nada valdrá tratar de instruir sobre
el valor amistad, si el maestro no muestra una conducta cordial y de
compañerismo con los otros miembros de su entorno laboral y social.
2.2.- Ley Orgánica de Educación.
Con
relación a la educación en valores, hay tres artículos en la Ley Orgánica de
Educación que interesa examinar:
El
artículo 1°, el cual dispone que la Ley “...establece las directrices y bases de la
educación como proceso integral...”, en razón de lo cual en el proceso
educativo se deben abarcar todas las dimensiones del hombre. El ser, que apunta
al examen reflexivo sobre la persona misma; el conocer, basado en las formas
metodológicas para lograr la transmisión o construcción de conocimientos; el
aprender haciendo, como la vía para un aprendizaje significativo, y el vivir
juntos, tomando en cuenta a la familia y a la comunidad como agentes
socializadores llamados también a constituirse en elementos claves en el
proceso de enseñanza – aprendizaje. Todas estas dimensiones que dan cuenta de
la integralidad del ser humano, aparecen
reflejadas en las políticas y programas desarrollados por los organismos e
instituciones encargados del sistema educativo venezolano.
El
artículo 3°, de relevante importancia, pues describe con lujo de detalles la
finalidad y los valores que persigue alcanzar la educación venezolana.
La
educación tiene como finalidad fundamental el pleno desarrollo de la personalidad
y el logro de un hombre sano, culto, crítico y apto para convivir en una
sociedad democrática, justa y libre, basada en la familia como célula
fundamental y en la valorización del trabajo; capaz de participar activa,
consciente y solidariamente en los procesos de transformación social;
consustanciado con los valores de la identidad nacional y con la comprensión,
la tolerancia, la convivencia y las actitudes que favorezcan el fortalecimiento
de la paz entre las naciones y los vínculos de integración y solidaridad
latinoamericana. La educación fomentará el desarrollo de una conciencia
ciudadana para la conservación, defensa y mejoramiento del ambiente, calidad de
vida y el uso racional de los recursos naturales; y contribuirá a la formación
y capacitación de los equipos humanos necesarios para el desarrollo del país y
la promoción de los esfuerzos creadores del pueblo venezolano hacia el logro de
su desarrollo integral, autónomo e independiente.
Como
se observa, la educación en Venezuela está encaminada a la formación de un
hombre integral (sano, culto, crítico), en sus dimensiones física, intelectual,
reflexiva, afectiva y valorativa, refiriendo valores de capital importancia
tales como: la salud, la cultura, justicia, libertad, el trabajo, solidaridad,
identidad nacional, tolerancia, comprensión, paz, integración, y conservación
del ambiente.
Para
concluir, debe señalarse que en el artículo 13 se evidencia que el legislador
patrio ha comprendido que la educación es un proceso que involucra a todos los
actores sociales y no sólo a la institución educativa, al señalar que “Se
promoverá la participación de la familia, de la comunidad y de todas las
instituciones en el proceso educativo.
2.3.- Ley de Universidades.
3.- Finalidad de la Educación en Valores.
Limitándonos
a la realidad venezolana, si se ha experimentado o percibido la aguda crisis de
valores en el país, por lo menos se debe
convenir que la educación en valores es un mecanismo para la
transformación humana, porque a través de ella pueden brindarse a los
individuos los elementos y herramientas con los cuales pueda adoptar
decisiones donde se incluyan a los otros
miembros de la sociedad, para de esta manera salir de la esfera de individualismo
que caracteriza a la época actual. Sin embargo, reflexionando con mayor
profundidad sobre los fines de una educación en valores, se deben resaltar
los siguientes:
A.- Formar individuos autónomos que
conduzcan sus vidas basados en la aprehensión de valores fundamentales como el
respeto a la vida, la libertad, la justicia, la paz, la cooperación, la tolerancia, etc., ya que
“La educación, como proceso socializador, es el espacio donde el hombre se va
haciendo hombre, donde va introyectando los valores, las ideas, los
conocimientos; por eso es necesario impulsar al interior de la misma una revolución
personalista y comunitaria, de tal forma
que el principio y fin de toda la vida escolar sea el valor y la dignidad del
hombre y la mujer como personas” (Carrillo, 2000) .
Quien no posee los valores mínimos, actúa en función de las
opiniones y directrices de los demás, pues no cuenta con los elementos
axiológicos que le permitan elegir entre varias opciones.
B.- Facilitar a los hombres y mujeres,
procesos personales de valoración. Esto es así por cuanto los valores son una
realidad personal, de manera que aun cuando tengamos todo un elenco de valores
(que pueden variar con el transcurso del tiempo,) le corresponde a cada
individuo, mediante una decisión reflexiva, elegir aquellos que desea hacer propios. Esta decisión
implica considerar una jerarquía de valores, la cual permitirá conocer la
calidad de persona del sujeto de que se trate, no por casualidad algunas
personas son admitidas o rechazadas en un grupo social, pues esta situación
obedece al hecho de que el grupo percibe los valores o antivalores del individuo
y obra en consecuencia.
C.- Preparar a los sujetos para
aceptar, adaptarse y contribuir a los cambios significativos que experimenta la
sociedad, de modo que pueda convivir en comunidades abiertas y plurales,
respetando la autonomía, promoviendo el diálogo y el respeto a la diferencia.
En definitiva, este fin va dirigido a encaminar al hombre en su ser social.
D.- Contribuir al desarrollo integral
de los educandos.
4.- Medios para la realización
de una Educación en Valores.
En Venezuela, en la llamada educación formal y
específicamente en lo que respecta a la educación básica, desde el año 1998 el
Ministerio de Educación, puso en práctica un diseño curricular denominado el
Currículo Básico Nacional, el cual fue producto de importantes investigaciones
que reflejaban la crisis de valores de la sociedad venezolana, y la inadecuada
formación ofrecida a los educandos. En los estudios preliminares de diagnóstico
de la situación, se observó que el sistema educativo sólo cumplía el rol de
mero transmisor de conocimientos, sin llegar a una real formación humana de los
sujetos a quienes estaban dirigidos los esfuerzos educacionales.
Lo
anterior sentó las bases para una redimensión de los fines de la educación
nacional, concluyéndose en la necesidad de formar para la vida, lo que implica
abordar la totalidad del ser, “...para vivir en democracia y defender los
derechos elementales como la defensa del ambiente, la seguridad, la calidad de
vida, el desarrollo de destrezas y capacidades , el aprendizaje de un trabajo
útil y sobre todo para formar a la persona en plenitud: esto debe abarcar las
dimensiones para aprender a : Ser, Conocer, Hacer y Vivir juntos.” (Ramos,
2001).
Ahora
bien, el mecanismo establecido en el Currículo Básico Nacional para la educación
en valores está constituido por la inclusión en el modelo curricular de ejes
transversales que atraviesan toda la estructura, y los cuales consisten en
temas recurrentes y no en contenidos paralelos. Siendo temas recurrentes están
inmersos en todas las áreas o asignaturas establecidas, para complementar la
formación, por lo cual al desarrollar los contenidos de las asignaturas se
introducen los valores implícitos en los temas tratados, por ejemplo valores éticos, culturales,
estéticos, para que el alumno vincule los conocimientos con el ser persona.,
con los problemas sociales, en fin con la vida.
Esta
forma de abordar la educación conlleva a una formación mas completa del docente,
pues ciertamente se desarrolla la educación a través del modelo
constructivista, con lo cual el educador deja de ser un simple transmisor de
contenidos y se convierte en orientador y guía de la construcción del
conocimiento de los alumnos, logrando con su actuación que éstos vinculen el
proceso de enseñanza-aprendizaje con la familia, con la comunidad, y con su
entorno físico y humano. Lo anterior implica que la conducta particular del
maestro no puede estar divorciada de lo que transmite, por lo cual sus actos
servirán de ejemplo y modelo, lo que entraña un mayor compromiso, en razón de
lo cual se señalaba ut supra que la formación docente debe estar fundamentada
en cuatro principios fundamentales: aprender a ser, aprender a aprender,
aprender a convivir y aprender a educar.
En
lo que respecta a la educación superior el panorama resulta desolador, pues en
la mayoría de los casos impera la idea de que en los niveles educativos
precedentes, los estudiantes (en su mayoría adultos jóvenes) ya han completado
su formación axiológica, partiendo de una falsa premisa pues la capacidad del
ser humano para aprender no conoce límites de tiempo o edad. De este modo, aun
hoy en el siglo XXI, puede observarse en
este grado de educación un modelo educativo en el cual la relación docente-alumno
es de tipo vertical. El profesor continúa en su rolde transmisor de
conocimientos adquiridos sin admitir discrepancias de parte de los educandos, y
los estudiantes son espectadores pasivos en el proceso más importante de su
crecimiento como personas.
En
definitiva se limita la capacidad de análisis y de toma de decisiones,
reduciendo la creatividad de los alumnos en el aporte de soluciones a casos
concretos y reales.
En
un ambiente como el descrito, ¿cómo resaltar los valores?, ¿cómo enseñarlos?,
¿qué medios emplear para que los educandos se interesen por ellos? Esta no
puede ser una tarea de algunos profesores obrando aisladamente, se necesita
crear conciencia en las autoridades que dirigen los centros de educación
superior para que motoricen lo preceptuado en las leyes que regulan la materia,
crear conciencia en los miembros que
integran la comunidad universitaria. De este modo se podrá abordar la educación
en valores a través del diseño de estructuras curriculares cónsonas con los
fines que se desean alcanzar, por ello se realizan las siguientes propuestas:
Incluir
la educación en valores en los objetivos de las cátedras de las diferentes carreras,
presentando dentro de las actividades a realizar, casos reales vinculados con
el área de estudio pero que además involucren adoptar y asumir valores. En este
sentido resultaría de gran utilidad aplicar en las cátedras programas directores de ética y educación ambiental,
entre otros.
Realizar
seminarios, reuniones, charlas encaminadas a reflexionar y debatir sobre los valores
humanos y su importancia en el mundo actual.
Incentivar
en los docentes especializados en educación en valores que forman parte de la
comunidad universitaria, la elaboración de materiales didácticos y apoyar la
difusión de los mismos.
Estrechar
los vínculos entre la comunidad universitaria y la comunidad y crear lazos de
solidaridad y ayuda mutua en las necesidades más sentidas de la región.
Lista de Referencias
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Valores El Reto de Hoy. Orientaciones para implementar el Proyecto de Ética.
Colombia. Cooperativa Editorial Magisterio. 2000.
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Palacios, J.; La Educación en
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Peñaloza, Walter. El
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Villalva, F.; “Necesidad de un
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